
El código QR (Quick Response code) fue creado en 1994 por la compañía japonesa Denso Wave, una subsidiaria de Toyota, para rastrear piezas de automóviles durante la fabricación. Su inventor, Masahiro Hara, diseñó un sistema que permitía almacenar más información que los códigos de barras tradicionales y que podía leerse rápidamente desde cualquier ángulo. El código QR utiliza una matriz de puntos bidimensional que codifica datos en patrones específicos, permitiendo almacenar hasta 4.296 caracteres alfanuméricos.
Inicialmente, su uso se limitó a la industria automotriz, pero su eficiencia y versatilidad lo llevaron a expandirse a otros sectores. Con el auge de los teléfonos inteligentes a finales de la década de 2000, los códigos QR se popularizaron globalmente, ya que estos dispositivos podían escanearlos fácilmente mediante aplicaciones.
Hoy, los códigos QR son omnipresentes: se usan en publicidad, pagos móviles, tickets de transporte, menús de restaurantes, y hasta para compartir contactos o acceder a sitios web. Durante la pandemia de COVID-19, su uso se disparó como herramienta para minimizar el contacto físico, por ejemplo, en menús digitales o sistemas de rastreo.
En resumen, el código QR pasó de ser una solución industrial a convertirse en una herramienta cotidiana, transformando la forma en que interactuamos con la información en la era digital.
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